Federico Mayor Zaragoza es, por vocación, un poeta; un poeta que quiere cambiar el mundo. Su cargo como Director General de la UNESCO le obligó a viajar por todo el planeta, especialmente por las zonas más desfavorecidas, por las zonas olvidadas, lo que le llevó a tener acceso a lo que para muchos es invisible: ha presenciado la enfermedad y la muerte en formas que la mayoría de nosotros nunca podremos llegar a imaginar.
Me dispuse a tomar notas de su intervención, porque estaba segura de que habría mucho e interesante que recordar. Lo que no suponía es que esas notas, hoy recuperadas, me servirían para este cometido.
La intervención del Profesor Mayor Zaragoza me ayudó, por fin, a definir con palabras una idea sobre la que intentaba recapacitar desde hacía mucho tiempo y que era hacerme consciente de mi valor como ciudadana: “Democracia no significa sólo ser contados de vez en cuando, democracia significa ser tenidos en cuenta”.
Carmentxu …… abrió la ronda de preguntas que se tuvo lugar después de la primera parte de la entrevista. Intervino planteando lo que ella misma definió como un análisis catastrofista, refiriéndose a la poca capacidad de maniobra de los gobiernos, merced a su dependencia de los poderes económicos, siendo de esta manera muy difícil para los ciudadanos darle la vuelta a la situación.
Federico Mayor Zaragoza respondió a Carmentxu indicando que, entre otros, él tenía tres motivos para la esperanza.
En primer lugar, la conciencia global que en un momento determinado puede producir un auténtico clamor popular, convirtiéndose en una voz real, no sólo potencial.
En segundo lugar, la mayor participación de la mujer en la toma de decisiones. Él considera que aún estamos en una sociedad masculina, en la que menos del 5% de las mujeres participa en la toma de decisiones. El aumento de esta participación lo considera imprescindible, que la mujer tiene un inherente respeto a la vida.
El tercer motivo de esperanza para el Profesor, y sobre cuya importancia insistió, era que la tecnología moderna permitiría la participación no presencial. Hasta ahora, nuestra participación se limitaba a votar, a veces a asistir a algunas manifestaciones que, en ocasiones, son manipuladas.
Para que los ciudadanos seamos tenidos en cuenta, y no sólo contados, dispondríamos de la tecnología de Internet y los teléfonos móviles, los cuales permitirán grandes manifestaciones no presenciales. La tecnología haría posible expresar nuestras opiniones a distancia y facilitaría la capacidad de movilización. Serían los nuevos mecanismos de expresión de la ciudadanía.
Nunca pude imaginar en aquel momento que, tan sólo unos cuantos meses después, nos veríamos involucrados en una experiencia en las que estas palabras tendrían una aplicación directa.
Recuerdo que el Profesor Mayor Zaragoza hablaba en tiempo futuro, como si el uso de la tecnología para estos fines aún hubiera de hacerse esperar. Sin embargo, el futuro ya ha llegado.
Hasta el momento de escribir este artículo, 1.450 personas hemos hecho uso hoy (no en un futuro hipotético, sino hoy) de la tecnología para reunirnos y medir nuestras fuerzas con el poder.
No sabemos hasta dónde podremos llegar, no sabemos si se harán oídos sordos a este clamor, pero me gustaría que todos los que aquí han participado y participan fueran conscientes de la importancia de su acción. Estoy convencida de que estamos construyendo los cimientos de una posibilidad, la posibilidad de cambiar de una democracia de simples votantes a una democracia de ciudadanos con voz, con presencia y con capacidad de decisión. Éste es un nuevo capítulo de la lección que los gobernantes y dirigentes de lo público tienen que aprender: que no les damos carta blanca, que no les damos cheques en blanco.