Entre la cacofonía de las voces radiofónicas de la época surgió una dotada de una fuerte originalidad. Era Manolo H.H. que al cabo de unos cuantos años había creado un programa para los adictos, lleno de nervio y de voluntad de servicio. Un programa que no se parecía a ningún otro, de tal modo que nos sorprendía cada noche con nuevas originalidades.
La maravilla de la madrugada acabó de forma abrupta, casi sin enterarnos. Ha sido una pena para todos los que lo seguíamos.Es un tópico pero nos quedamos huérfanos. Se había creado una comunicación intensa entre gentes diversas, distintas y distantes que formábamos un club familiar, casi íntimo.
Todo esto terminó para siempre.¿Qué puede tener un programa que concite tantas simpatías? Ha sido la personalidad de Manolo y sus muchachos y muchachas tan bien encajados unos con otros en un programa de autor.
Manolo H.H. era un aglutinador, un despertador de conciencias, un pedagogo y un cachondo. Todo el programa transpiraba humor, esa herramienta tan necesaria en nuestros días y noches. Por eso se adivinaba el fervor de los escuchantes que dice la buena de Pepa. Yo le hubiera recomendado a Manolo la creación de un club de “La noche menos pensada”. O sea, algo más lejos de la mera sintonización. Porque se veía en todos ricos o pobres el deseo de comunicar, de saber más y aprender nuevas cosas.
Yo le estoy muy agradecido a Manolo y a sus chicos y chicas por los muchos ratos de felicidad que me han regalado y siento como si me hubieran arrebatado algo muy querido.
Manu Leguineche
Periodista, reportero y escritor.
